San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, cultivó una profunda devoción a San José, a quien consideraba un modelo de vida interior, trabajo y santidad en la vida ordinaria. Esta devoción se refleja en numerosos escritos y homilías, donde lo invoca con el título entrañable de “Padre y Señor”.
Camino: En esta obra fundamental, San Josemaría dedica varios puntos a San José.
En el punto 559 escribe: “San José, padre de Cristo, es también tu Padre y tu Señor. —Acude a él.”
En el punto 560 lo llama “Maestro de la vida interior”, y en el 561 cita a Santa Teresa de Jesús, recomendando tomar a San José como guía en la oración.
Forja: En esta colección de pensamientos espirituales, San Josemaría destaca la cercanía de San José a Jesús y María, y su papel como intercesor poderoso.
En el punto 554 afirma:“Quiere mucho a San José, quiérele con toda tu alma, porque es la persona que, con Jesús, más ha amado a Santa María y el que más ha tratado a Dios.”
Es Cristo que pasa: En la homilía “El taller de José”, pronunciada el 19 de marzo de 1963, San Josemaría profundiza en la figura de San José como padre de Jesús, no por la carne, sino por su misión divina. Destaca su papel como protector y guía espiritual para los cristianos.
Opusdei.org: la web del Opus Dei tiene numerosos recursos sobre San José y la devoción que le tenía San Josemaría. https://opusdei.org/es-es/page/san-jose/
Romana: La revista oficial del Opus Dei publicó un estudio titulado “San José en la vida cristiana y en las enseñanzas de san Josemaría”, donde se analiza cómo esta devoción estuvo presente desde los inicios de su vida espiritual y se intensificó con los años.
Banco de Textos del ISJE: El Instituto Histórico San Josemaría Escrivá ofrece una herramienta digital que permite buscar citas y textos inéditos del santo, incluyendo referencias a San José.
Libro recomendado: La devoción a san José en san Josemaría Escrivá de Laurentino María Herrán es una obra que profundiza en la relación espiritual entre ambos santos, destacando cómo San Josemaría veía en San José un modelo de santidad en la vida cotidiana.
Predicaciones: En sus predicaciones por el mundo entero, San Josemaría animo mucho a la devoción a San José. Aquí recogemos algunas intervenciones
Catequesis en España, noviembre de 1972:
“San José puede mucho con Santa María. Fue su esposo, es su esposo. Es la persona que más ha tratado a la Virgen y que más la ha querido, fuera de su Hijo, Dios Nuestro Señor. Y es san José el que más ha tratado a Dios. Por lo tanto, si quieres ir a la Virgen vete por san José, que te llevará de la mano”
Encuentro en el colegio Tabancura, Chile, 2 de julio de 1974
San José, hijo mío, es la criatura humana más excelente después de Santa María. No importa que el Señor echara todos los piropos al Bautista: no hay contradicción. Quiere mucho a San José; nosotros le amamos mucho en el Opus Dei, porque el Señor le escogió desde la eternidad para que le hiciera las veces de padre. Buscó un hombre joven, fuerte, bello en el alma y en el cuerpo, excelente en todas sus cualidades morales, trabajador; que no se sentía envilecido siendo de sangre real y dedicando sus manos a la labor diaria; que enseñó tantas cosas a Jesús y le protegió mientras fue niño. En el breviario y en las lecciones, en las lecturas, que recomienda la Iglesia antes y después de la celebración de la Misa, hay unas oraciones donde se habla del amor de San José para el Niño, de cómo lo abrazaría, de cómo lo besaría… Como tú con tus hijos. ¿Eres padre de familia?
Sí, gracias a Dios.
Dios te bendiga, hijo mío. Pues fíjate en la ternura de tu mujer y la tuya. Piensa en San José: ¿cómo no lo vamos a querer nosotros, que deseamos tener vida interior? La vida interior es el trato con María y con Jesús; el trato con Dios y con la Madre de Dios. ¿Quién ha tratado más a Dios y a la Madre de Dios que José, el Santo Patriarca? ¡Ninguno! Por eso le queremos tanto y acudimos a él. Y luego, porque es muy poderosa su intercesión…
Tertulia en el Auditorio de la Alameda, Chile, 4 de julio de 1974:
“Evidentemente el Señor, cuando escogió a su Madre desde la eternidad, ya pensó en aquel hombre que había de hacer las veces de padre. Y si a Ella la llenó -porque pudo y es decoroso que lo hiciera- de todas las gracias y de todos los privilegios…, inmediatamente después que, a su Madre, a su padre. Y el Señor nos ha dado la cabeza para discurrir y ha dicho: «Estos teologazos -por ejemplo, ese: que has hablado como un teólogo- dirán después, pensando por su cuenta, lo que yo no tengo necesidad de hacer que pongan en el Evangelio». Y de paso San José, aun siendo un personaje tan excelente -que, a mi juicio, viene después de la Santísima Virgen-, en el Evangelio desaparece: lo vemos un momentito y desaparece, para que nosotros seamos humildes, aunque estemos rodeados de tantas condiciones buenas como tendrás tú y otros que me escuchan aquí.
Debía de tener una autoridad extraordinaria. Luego, la pobreza…; eran pobres, pero eran relativamente pobres. ¿Me permitís que os diga que ser dueño de un borriquito en aquella época debía de ser una manifestación de cierta holgura? O sea que San José trabajaba para tener una casa bien… Era como disponer de una utilitaria -no sé cómo le llamáis aquí-, un coche barato. Esto es. Un borrico fue el trono de Jesús en Jerusalén, pero… nos parece muy modesto.
Volvamos a San José, hijo mío. Gracias por los piropos que has echado al Santo Patriarca San José. Tienes razón. No se entiende por qué pasa así de oscuro, pero en la Iglesia ha comenzado -desde el siglo XVI especialmente- una gran devoción. Yo se la tengo y mucha y la propago todo lo que puedo. Quiero decir por todos los sitios que, después de amar a Jesucristo y a Santa María, deberíamos amar mucho a San José, también por su humildad; porque esconde su gran autoridad. Jesús, sujeto a él; y María manifestaría también la misma sujeción, porque haría, por lo menos, lo que hacen vuestras mujeres: que exteriormente dicen “esto se hace porque quiere mi marido…”. La Madre de Dios lo haría por amor, por perfección, por virtud; manifestaría toda clase de veneración al jefe de la casa.
Quiere mucho a San José, que es verdaderamente poderoso. Y luego si quieres tener vida interior… La vida interior consiste en tratar a Dios; y a Dios Nuestro Señor y a la Madre de Dios nadie los ha tratado con más intimidad que San José. Cuando me obligáis a repetirlo todos los días, en estas tertulias, yo gozo. Lo invoco siempre, varias veces durante la jornada. No me importa nada decirlo. Si os puedo servir en eso, aunque no sea más que en eso… En otras cosas no os fijéis en mí, que no encontraréis más que pegas pero en eso, sí. Yo tengo mucho, mucho cariño a San José. Y le llamo mi Padre y mi Señor. Veo que tú estás tocado de la misma locura.
Te admira esa figura, colosal, que debe cumplir todo un programa divino en la tierra, y que se sabe esconder. A María la contemplamos junto al Señor y nos admira su poder, porque hace que Jesús ejecute el primer milagro. Sólo con advertir que falta vino -una indicación, una sugerencia-, “fecit initium signorum”, cuenta el evangelista “comenzó el Señor a obrar milagros”, ante una indicación de su Madre. José no aparece. Probablemente cuando el Señor va a la Pasión, San José ya estaba en el Cielo. O por lo menos esperando ir al Cielo con la resurrección de su Hijo. ¿Está claro? Eso lo dejaremos, porque la Iglesia no dice nada. Yo tengo un modo de pensar, que me callo. Un modo de pensar que se sujeta siempre al criterio de la Iglesia; pero imagino que la Iglesia, ni ahora ni dentro de veinte siglos, concretará nada de esto; porque no es necesario. De modo que tú, con tu cariño a San José, llénalo de preeminencias.
Encuentro en Altoclaro, Venezuela, 12 de febrero de 1975
Hijos míos, que tengáis en el alma deseos ardientes de reparar por vuestros pecados, por los míos y por los de todo el mundo. Que vayáis al Señor confiadamente, que vayamos a su Madre, como un niño pequeño a la suya en la tierra, sabiendo que la del Cielo nos quiere mucho más. Que vayamos a San José. Amadlo cada día más. Yo he llegado a perder la vergüenza, y les digo ingenuidades de niño: “Jesús, María y José, que esté siempre con los tres”. ¡Vaya aleluya! Pero dicha con amor… estoy al lado de tres poderosos
Encuentro en Ciudad Vieja, Guatemala, 18 de febrero de 1975
Hay que ver lo que fue en su tiempo: un Patriarca; lo que era, la autoridad que tenía, reconocida a toda hora por Dios mismo y por la Madre de Dios. Este hombre me enamora por su pureza, por su amor al trabajo, por su valentía, por su obediencia a las mociones divinas…
Encuentro en el Teatro Coliseo, Argentina, 26 de junio de 1974
Yo soy práctico, también en la piedad. San José llevó adelante la familia de Nazaret, y llevará la tuya lo mismo. Adquiere una imagencita de San José, tenle devoción, enciéndele piadosamente una luz de cuando en cuando, como nuestras madres, como nuestras abuelas: todas las viejas devociones son actuales, no hay ni una que no sea actual. Poniendo por obra lo que te he dicho, ahora, al llegar a la casa donde vivo aquí, me encontraré con una imagen de la Virgen que han puesto muy bonita, y otra de San José. A la Madre de Dios le echaré un piropo, y a San José le encenderé tres velas de tu parte