Encomendó Santa Teresa de los Andes su vocación religiosa a la Virgen María y a San José, escribirá: «He puesto en defensa de mi causa dos grandes abogados que no pueden ser vencidos: mi madre Santísima, a quien jamás he invocado en vano y me ha sido mi guía verdadero toda mi vida, desde muy chica y mi padre San José -a quien he cobrado gran devoción-, que lo pueden todo cerca de su divino Hijo», «pues estoy segura que la Sma. Virgen y mi padre San José no han podido hacerse sordos a ruegos tan constantes y llenos de santa caridad». «¡Bendito sea Dios! Todo ha sucedido de un modo providencial y he visto patente la voluntad de Dios, pues tal como quería ha sucedido. El 7 de mayo la Sma. Virgen y San José me abrirán las puertas de mi convento y ese día moriré al mundo para vivir para siempre escondida en Dios». «Me retiro con él (Jesús) en lo íntimo de mi alma, y allí, como en otro Nazaret, viviré en su compañía con mi Madre y San José».