Jesús llevaba una túnica sin costura, algo que en aquella época era muy apreciado, caro y difícil de conseguir. Cuando los soldados, en la crucifixión deciden repartirse las ropas del Señor, echaron a suertes la túnica para dividirla en trozos.
José y María eran pobres, y un pobre es alguien que no se puede permitir ningún lujo. Viven con lo justo y en ocasiones hasta eso les falta.
¿Cómo es posible que Jesús tuviera una túnica sin costura? No hace falta hacer grandes esfuerzos para imaginar como María y José se las ingeniarían para conseguirla. Tal vez José hizo muchas horas extras de trabajo. Tal vez María ayudó en otras casas para conseguirla. Tenían tan pocas cosas materiales para ofrecer a Jesús.
Seguro que María la debió ver en el carro de alguno de los mercaderes que tan frecuentemente se paraban en Nazaret para reponer fuerzas y ofrecer sus productos. Sin duda, desde que María la vio, sintió en su corazón de madre, que tenía que conseguirla para Jesús. Y a José le bastaba mirar los ojos de María para saber lo que ella quería.
¿Imaginas el día que se la dieron? Cuanta ilusión. Nada agrada tanto a unos padres como ver a un hijo guapo, alto y fuerte, que además va bien vestido.
María le dirían a Jesús: “anda, corre, pruébatela” ante la mirada cómplice de José.
¿Imaginas la mirada de Jesús? Él sabía del esfuerzo que había supuesto a sus padres y la llevaría puesta el resto de su vida hasta su muerte.
Comprendes ahora que Dios haya hecho el cielo. Lo habría hecho solo para que José y María pudieran pisarlo. Un cielo sin costura
