El hombre es un ser que va a morir y que lo sabe. Tal vez en un rato, unos días o incluso unos años. Llegará ese instante, el momento de la verdad en toda existencia, donde sentiremos que al alma parte a su verdadera morada.
San José es el patrón de la buena muerte porque solo él murió acompañado por la Virgen y el Señor.
Por eso ese día, soñamos verle entrar por la puerta, y oír que dice:
– ¿nos vamos?
Ese día, cerca de nosotros, la muerte nos mirará con el frío cálculo del momento y sentiremos miedo. Sabemos que nuestro ángel, dichoso compañero de camino, no dejará de agarrarnos la mano. No nos soltará.
Y sabemos que tú, divino protector, nos tomarás y nos guiarás. No sabremos lo que vendrá entonces. Una y mil cosas que ningún hombre ha podido contar jamás.
Solo queremos que entonces no dejes de estar a nuestro lado. Que no dejes de pronunciar nuestro nombre con la entonación de quien lo ha hecho mil veces. A tu lado, nada nos dará miedo, y junto a ti, el tribunal de Dios, será la charla de un Padre que quiere contar a su hijo las cosas buenas que le tiene preparadas.

