LETANIAS A SAN JOSE
Aprobadas oficialmente por el Papa X el 18 de marzo de 1909, se desconoce el verdadero autor de las letanías, para el la devoción privada especialmente durante el
Siguen el estilo de las letanías lauretanas (a la Virgen María), y reflejan el creciente culto a San José en los siglos XVIII y XIX, especialmente en respuesta a su proclamación como Patrono de la Iglesia Universal por el Papa Pío IX en 1870.
Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial,
ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo,
ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo,
ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios,
ten piedad de nosotros.
San José,
ruega por nosotros.
Ilustre descendiente de David,
ruega por nosotros.
Luz de los patriarcas,
ruega por nosotros.
Esposo de la Madre de Dios,
ruega por nosotros.
Custodio del Redentor,
ruega por nosotros.
Casto guardián de la Virgen,
ruega por nosotros.
Padre nutrício del Hijo de Dios,
ruega por nosotros.
Diligente defensor de Cristo,
ruega por nosotros.
Jefe de la Sagrada Familia,
ruega por nosotros.
José justísimo,
ruega por nosotros.
José castísimo,
ruega por nosotros.
José prudentísimo,
ruega por nosotros.
José valentísimo,
ruega por nosotros.
José fidelísimo,
ruega por nosotros.
Espejo de paciencia,
ruega por nosotros.
Amante de la pobreza,
ruega por nosotros.
Modelo de los trabajadores,
ruega por nosotros.
Gloria de la vida doméstica,
ruega por nosotros.
Custodio de las vírgenes,
ruega por nosotros.
Sustentador de las familias,
ruega por nosotros.
Consuelo de los desgraciados,
ruega por nosotros.
Esperanza de los enfermos,
ruega por nosotros.
Patrono de los moribundos,
ruega por nosotros.
Terror de los demonios,
ruega por nosotros.
Protector de la Santa Iglesia,
ruega por nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
℣. Lo nombró administrador de su casa.
℟. Y señor de todas sus posesiones.
Oremos:
Oh Dios, que con inefable providencia te dignaste elegir a San José por esposo de tu santísima Madre: concédenos, te rogamos, que merezcamos tener por intercesor en el cielo a quien veneramos como protector en la tierra.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.